22.1.08

Reflejos de octubre

                                              Man Ray.  Larmes 





Ya es hora de pegarles la patada a tus dudas. Dijo.
Yo le contesté que siempre fui torpe con los balones, que la grava de los patios del colegio, siempre me recordó mi torpeza, la necesidad constante de protegerme la cabeza frente a una inesperada pelota proyectil. Bata de cuadros naranjas. Hay poco de especial en ello. Infancia. Siempre pensando que aquelllos proyectiles iban dirigidos a mí. Al sufrir de esta manía persecutoria, no puedes levantarte con la cara dolorida, la vista nublada y la sensación, siempre ilusoria, de una nariz cubierta en sangre. No puedes levantar la cara y sonreír, porque el balón es entonces una ofensa, y el juego infantil una maniobra premeditada para provocar el llanto de un ser débil. 

Patada a tus dudas, cometa río. Bicicleta y albahaca fresca. Lágrima que limpia mi mejilla, que la refresca. Agua sobre agua, que cae al río. Y no moja. El agua no moja. Mis lágrimas tampoco. Es entonces cuando se decide dejar de usar paraguas y se llora feliz. Cuando te das cuenta de que por mucho que el agua caiga, que la bebas, que la lamas, que la beses, tu piel es impermeable. Piel barrera que sólo puede romperse con la caricia. Lo descubrí caminando bajo una pérgola de hojas en una playa marroquí.

En mi despacho hay un estetoscopio. Puedes auscultarte mientras preparas tu clase, tomas café o lloras. Auscultation. “Écouter les bruits qui se produisent a l’interieur de l’organisme » Te invito a que te auscultes. Quiero contarte que ayer, en esa praxis de la poética del movimiento que es andar en bicicleta, ayer, una lágrima abandonó mi rostro para posarse en mis pies descalzos. Una lágrima en movimiento oblicuo, junto al río. Sibilina lágrima, hacia el río. 

Se acerca el otoño. Volverán, entonces, los gansos en bandadas, labrando el cielo con toda suerte de sonidos vocálicos. Los patos, con su vuelo rápido y cortante en e.

21.1.08

Peephol-ing


Tratando de mirar dentro del hueco

20.1.08

De u a u


Querida u:

Recuerdo que cuando llegué a Boise hace año y medio, uno de los apuntes que mandé al otro lado del globo fue lo feliz que me hacía poder jugar con nuevos sonidos vocálicos. Sí, dije eso.
También recuerdo que una de las primeras personas con las que compartí mi obsesión por la vocal profunda fue Juan. Juan poeta, maestro, amigo, al que le pregunté un día de junio llenó de olas, cuál era su vocal favorita. Y él, claro, dijo u. Después de eso, compartimos varias cartas transoceánicas en las que me contaba cómo evolucionaba mi recuerdo en la u, cómo la u ululaba algunas noches temblando de viento.
El día en que me planté en Boise, con dos maletas desbordadas de ese viento-incertidumbre, escribí a Juan:


Los pájaros no inmigran ni emigran. Los pájaros migran. Desnudos, negros, alados. No dudan que allende el mar, encontrarán sustento.

Boise, 21 de junio de 2006

Queridísimo Juan:
Ya pisé el desierto de Idaho. Llegué ayer tras 21 horas de vuelos. Veintiún horas de agua, hielo, tierra y un persistente olor a Barniz imaginario que terminó por provocarme un fuerte dolor de cabeza.
El olor a Barniz provenía del Arca de Noé. De eso estoy segura.

La u es hoy un oscuro útero. Levadura.

Todo mi cariño,

María creciente


El olor a barniz procedía del Arca de Noé del señor Julian Barnes y su historia del mundo que leí en el avión Bilbao-Boise. Historia del mundo que encontré tras mucho intento en una librería de esquina de las pocas que quedan ya en Getxo. Y con Barnes a cuestas llegué a Boise.
Desde entonces, la u creciente, menguante y cíclica, ha ido elevándose. La he visto crecer, estirarse elástica, arrastrar maletas, encogerse, adaptarse, humedecerse, estremecerse, darse, pero sobre todo he sido participe de su cuidado.

Mi recuerdos están sembrados de vocales.
De aquellas tardes de banco y Oceáno mar, recuerdo sobre todo pies y manos. Sandalias en agosto, zapatillas viejas, y botas cuando llegaba el invierno y había que refugiarse bajo un té de canela para poner puerta al viento del Cantábrico. Se generó toda la teoría vocálica, en la textura de un suelo de gravilla y hierba, pocos meses después de la explosión paroxista.
Y ahora, a oscuras, mientras bebo un vino de madera y te imagino mirándote las manos en el sueño de esa cama a rayas, recuerdo uno de los primeros días en los que compartimos cuchara y azúcar en aquel irlandés romo de planta laberíntica. Recuerdo que estudiábamos algún derecho o alguna obligación y que siesteamos la una sobre la otra durante largas hojas u horas, no recuerdo.
Me consuela pensar que puedo ante unos ojos parecer loca. Dar las gracias, exclamar, sonreír, hacer panes de plátano. Me consuela también que desde hoy mi amigo Diego, ingeniero, padre principiante, cuidador de ríos y experto en cauces, ha comprendido el valor de las vocales, se ha pronunciado i, por lo social, y ha sentenciado que las ve como hermanas, como dedos de la mano. Y que la u es meñique, verso meñique rebe.
Me consuela que se extiendan por el campus, estudiantes preguntándose por su vocal favorita, como quien pregunta por el color o la música. Por cierto, no puedo contestar a esa preguntas. ¿Cuál es tu color favorito? ¿Tu película favorita? ¿Tu libro favorito? ¿Tu grupo favorito? No sé, pero mi vocal favorita es la u.
Me consuela saber que estas en Madrid, dispuesta a desarrollar teorías vocálicas y consonánticas, me consuela también poder contarte que hay un belga en Boise, con un ego enorme que conocí en mi clase de francés cuya vocal favorita era la I. I think that my favourite vowel is I, I think. I.
Me consuela pegar en los pasillos poemas de Rimbaud, me consuela escribir cartas de u a u, considerar las posibilidades de los diptongos e hiatos, me consuela saber que estás ahí.
Me consuela leerte, hablar con los taxistas, hacer fotos de macro a todas horas, caminar mientras escucho Je ne regrette rien, y saber que hay un pilar que sujeta este templo que a veces tiembla, un pilar que aguanta… y cuida.

Supongo que la única duda que me queda es si te sientes una vocal acentuada.


A todo amor, rumbo Madrid.

16.1.08

Esperando el deshielo bajo el sol de enero

Esta cueva lunar

guarda blandas tempestades de luz ámbar.

No hay nada que temer;

está solo alfombrada de palabras.

 

 

Los cristales del miedo me arrancan el agua de la piel.

Enero frío y vertical.

28 grados Farenheit al norte,

más al norte incluso de mi norte.

Ríos asfaltados de hielo,

y patos que caminan, y no nadan,

esperando el deshielo o el desmiedo . 




14.1.08

cUidado escUpo


Me cansé de rumiar, 
de masticar, 
de triturar,
de rizar rizos,
y asentir callada ante la naúsea.
Me cansé de callar,
de mascar el tabaco de la duda,
del miedo, 
Me cansé de ser condescendiente,
del pobreyo, pobretú, pobrenosotros,
Me cansé de aguantar la respiración
bajo el agua, 
sobre el agua,
mientras hablo,
mientras callo, 
mientras follo...
No me interesan las paredes sólo las ventanas y las puertas,
como mucho los muros-peldaño.

Y si no las ves, las buscas.

Ahora escupo, vomito o eyaculo.
De los modales me encargaré más tarde.

At(i)entas


Silencio. Silencio.
Déjame que me estire lentamente. Ejercicio vocálico mientras la noche va peinando silencios. Que estire, que deshile la maraña del hielo. Quise decir del miedo, pero lo mastiqué.
Silencio. Silencio mientras mastico versos.
(E.B entre púas)

13.1.08

OscurA


Respira, 
en la densidad de los muslos de esta noche 
en el ensordecedor silencio de esta puerta huérfana de pomo. 
Respira.
B.B

11.1.08

Egon Schiele

De la nada



It is good to say it out aloud: "Nothing has happened." Once more: "Nothing has happened." Does it help?

Rainer María Rilke